jueves, 25 de noviembre de 2010

La Violencia de Género, un problema de todos

Leganés (Madrid). Una chica de 16 años es encontrada degollada en un contenedor de basuras dentro de una maleta. Se busca a su ex novio como presunto asesino, se trata de la presunta última víctima de la violencia de género en nuestro país en 2010. La número setenta y dos. Sólo dos días antes en Mallorca, un hombre de 86 años mataba a su mujer de 50 atropellándola con el coche. Éstas, son historias con nombre de mujer, todas murieron por miedo y por amor.

Sé, que hay algunas voces que se alzan y nos recuerdan que también existen hombres maltratados, tanto heterosexuales como homosexuales, y relaciones entre lesbianas donde hay agresividad, pero no son la norma. Se estima, que el 95% de las víctimas de la violencia doméstica son mujeres, por eso, los autores de los estudios siempre se refieren al agresor como él, y a la víctima como ella.

Este grave problema no lo puede resolver solamente la política criminal, ni los centros de acogida que sólo pueden ofrecer refugio temporal a las víctimas. Estamos ante un problema educacional, donde la violencia se asienta silenciosa en nuestras vidas, en las aulas, en las familias, en las calles, entre los amigos. Se cuela en nuestras casas incluso a través de los videojuegos.

Para algunos, la vida cada vez tiene menor valor y le cede el paso a los principios que sostienen que la felicidad, se asienta en anteponer el yo a cualquier cosa. El egoísmo es el centro de los principios, y una sociedad que antepone el individualismo a la generosidad, es una sociedad vacía. Incapaz de tener el menor respeto por el otro, y ahí también está la mujer, cuando en su faceta más sensible, emerge siempre de protagonista débil, frente a aquel hombre que la considera una posesión, que la engaña y la desarma hasta apresarla, llegando incluso a hacerla culpable de sus miserias.

¡No! ninguna mujer merece ser despreciada en nombre del Amor. ¡No! ninguna mujer merece morir a manos de a quien le entregó el alma. Una cosa es entregar la vida al otro, y otra muy distinta es que quien la recibe la destroce. La sociedad debe ser muy consciente que en muchas ocasiones, el maltratador es el ser más adorable con el resto de personas que le rodea. Por ello, no podemos olvidar que, el mayor mal que podemos hacer a una mujer es no creer en sus palabras.

Difícil es sufrir sin que nadie lo sepa, pero mucho más difícil es dar un paso adelante, y que el maltratador en algunos casos sea el protegido por la sociedad. ¡Cuidado! porque un día podemos encontrarnos, que la siguiente víctima era a quien sus amigos echaban los perros. 

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